Melagnano es una pequeña ciudad de la provincia de Lombardia, bastante cercana a Milán. Como no teníamos ganas de andar mucho en coche (me duele la espalda de tanto abrir hoyos), decidimos buscar un destino cerquita de nuestra casa. Y así nos dirigimos sin miedo al frío o al calor hacia lo desconocido: Melagnano.
Melagnano cumplió nuestras expectativas: cerca, interesante y relajante. La ciudad los domingos, se convierte en un gigantesco mercadillo que haría las delicias de mi cuñada. Quesos de todos los colores y sabores. Salamis, aceitunas (allí fue donde perdimos a mi mujer), zapatos, calzoncillos... en fin, el paraiso.
Luego, la ciudad cuenta con un castillo, más o menos bien cuidado y al que dedicamos la mayoría de nuestras fotos.
Y todo eso no era más que la excusa para irnos a comer a un restaurante fantástico. Mi hija pequeña se comió una pasta con trufa, la mayor una vieiras que llevaban de todo (incluso vieiras) y mi mujer y yo unas carnazas de nada. Todo ello regado (abundantemente) con un vino del Piamonte al que nos estamos aficionando todos (incluida mi hija mayor) llamado Dolceto d'Alba.
Y eso es to, eso es to, eso es todo amigos!
Y eso es to, eso es to, eso es todo amigos!