Día 1 – Siena la nuit
Salimos de casa prontísimo, o sea, a eso de las 9:30 de la
mañana hacia nuestro deseado destino: la Toscana.
Lo teníamos todo preparado: el coche cargado, las maletas a
punto, el perro, la comida, el abuelo. En fin. Todo en orden.
El problema era que no sólo nosotros lo teníamos todo listo,
sino que un par de millones de italianos también decidieron compartir su
destino con nosotros en las hermosas carreteras italianas. Qué bello espectáculo!
Esa fila de coches interminables. Esas luces rojas y blancas. Esos cláxones
armoniosos. Un deleite para los sentidos.
Total, que en vez de 4 horas prácticamente tardamos 6, ya
que llegamos a las 4 de la tarde, y hay que descontar una hora para el almuerzo.
Este último lo hicimos a unos 70 Km. de nuestro destino y no sabría decir
exactamente dónde, pues estuvimos dando vueltas y vueltas hasta encontrar un
restaurante abierto.
La comida nada destacable: un entremés de embutidos y algo
de pasta con cigalas. Una fruslería regional…
Tras seguir las minuciosas instrucciones para llegar a
nuestro albergue rural, conseguimos nuestro objetivo.
Allí fuimos recibidos por una simpática señora que nos
explicó todo amablemente, y que también amablemente nos cobró en efectivo y por
adelantado.
El lugar vale la pena: es una casa rústica reformada
completamente hace unos 8 años con buen gusto y sencillez y en medio de un
espacio verde impresionante. El apartamento estaba formado por un comedor
cocina y dos habitaciones con baño, lo que nos permitió evitar los ronquidos
del abuelo.
Ya por la tarde nos decidimos a dar un paseo por Siena para
ver la Piazza del Campo por la noche, donde se celebran las famosas carreras de
caballos o Palio.
La ciudad estaba llena de turistas y nos costó un poco
aparcar. Bueno, en realidad lo que nos costó bastante fue encontrar el coche.
Si no fuera por mi aguzado sentido de la orientación (JUAS JUAS JUAS JUAS JUAS)
y por que tengo contratado un sistema que se llama Allie y que te permite
localizar vía GPS donde tienes aparcado el coche (bendita tecnología) todavía
estaríamos buscándolo.
De Siena nos llevamos una buena impresión pero de noche no
se aprecia su belleza así que decidimos volver de día (otra vez será...).
Cenamos de forma ligera en una pizzería cercana al centro
histórico y luego de vuelta a casa donde nos fuimos a dormir tan ricamente.
Día 2 – un día con
los vampiros
Otra vez nos levantamos pronto y nos vamos a desayunar a
Monteriggioni, ciudad amurallada cercana a nuestra casa rural.
Allí nos deleitamos con sus murallas y con las maravillosas
vistas toscanas que se veían desde las mismas. Para acceder a las murallas se
ascendía por unas escaleras metálicas que causaban pavor a nuestro perro Embú,
así que tuvimos que subirlas con él en brazos. También le tenía miedo el
abuelo, pero hija eso sí que no…
El castillo lo construyeron hacia el 1200 los habitantes de
la ciudad de Siena para evitar los avances de los Florentinos.
Esta vista del castillo se ve desde un párking superbien organizado, que estaba lleno a rebosar de autocaravanas o campers como se les llama aquí.
Luego nos fuimos a Volterra, preciosa ciudad medieval donde
se filmaron algunas escenas de Amanecer (en concreto una parte de la segunda
película Eclipse). Nosotros estuvimos buscando el escenario pero la verdad es
que no lo encontramos.
Sí que encontramos en cambio un castillo fantástico cuyo interior no pudimos visitar pues es actualmente una prisión con vigilancia armada y todo. Los reclusos se deben sentir como Edmundo Dantes en el Conde de Montecristo…
Después tras un ligero almuerzo (por cierto, en el restaurante nos regalaron una botella de vino, y todavía no sabemos por qué…) nos fuimos al apartamento donde cada uno nos pusimos a hacer lo que mejor sabemos: yo con el ordenador, el abuelo roncando, mi mujer con el ipad y mi hija pequeña haciendo deberes del cole…
Luego la cena. Para ello nos perdimos buscando un restaurante en el pueblo Colle de Val d’Elba, donde tras meternos por calles en las que yo pensaba que no entraba el coche, y salir por las mismas en dirección contraria, por donde YO ESTABA SEGURO de que no pasaba el coche, no encontramos restaurante alguno. Así que decidimos volver sobre nuestros pasos y buscar un hotel de carretera que atendiera nuestro famélica necesidad. Así llegamos a un sitio que más parecía el castillo (abandonado) del Conde Drácula, pero donde nos dieron de comer y beber la mar de bien.
Día 3 San Gimingano
Nos volvemos a levantar pronto (cada vez cuesta más) y nos vamos
directos a San Gimignano, un pueblo que se encuentra a una media hora de
nuestro hotel.
Allí nos encontramos con un skyline más propio del siglo 20
que del medioevo, gracias a unos monumentales rascacielos con casi 1000 años de
antigüedad (más o menos como el abuelo).
El pueblo está organizado alrededor de unas bellísimas
plazas llenas de edificios monumentales con un estado de conservación
extraordinario.
Por doquier ofrece miradores con unas vistas a los típicos
paisajes toscanos que quitan el aliento (y el resuello, pues se tienen que
subir y bajar enormes cuestas y empinadas escalinatas).
Después del almuerzo y de comprar algunas fruslerías, nos
fuimos a descansar al hotel y a preparar nuestro viaje de vuelta al día
siguiente…
Día 4 Singing in the rain
Pués sí. Para variar la lluvia NOS VUELVE A ESTROPEAR un día de vacaciones. Resignados pero con las memoria de la cámara llena, nos volvemos a nuestra casa en Milán, donde nos espera nuestra chimenea humeante, nuestra tele de tropecientas pulgadas, nuestros canales por satélite y nuestra conexión a internet de 100 megas (es que el que no se conforma es porque no quiere).
La Toscana, Noviembre, día de los difuntos (y las difuntas) 2012.
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